Los medios audiovisuales como aliados y no como enemigos
Para nadie resulta desconocida la cantidad de atribuciones que se le dan a los niños. Se les caracteriza como inocentes, como frágiles y como los portadores del futuro. Es esta última característica la que da lugar al engranaje social que busca a toda costa proteger las anteriores cualidades. No obstante, plantear a los niños como los líderes del mañana propone una dimensión que es generalmente ignorada por el mismo engranaje social que les atribuye dicha carga: la responsabilidad de garantizarles una educación que haga que dicho futuro sea más brillante y esperanzador que el presente.
La crisis ambiental, desatada principalmente por el modo de consumo insostenible que propicia el sistema económico capitalista y de la cual solo hasta hace aproximadamente se comenzó a tomar conciencia (Revkin), es seguramente una de las mayores preocupaciones que enfrenta la humanidad actualmente. Según un artículo publicado por The Guardian en noviembre del presente año dicha problemática se ha convertido en una preocupación latente y en motivo de reflexión para la población de adultos jóvenes, quienes se preguntan por la huella ambiental que podrán dejar sus eventuales hijos y por las consecuencias que estos tendrían que afrontar en un mundo en “condiciones apocalípticas” (Carrington). Sin embargo, poco se habla de las resoluciones que son necesarias para lograr que los infantes nacidos y por nacer adopten una consciencia ambiental que les brinde la oportunidad de actuar de modo satisfactorio frente a la crisis.
Una de las principales características que pueden ser destacadas en la infancia, en oposición con la adultez, es la capacidad de aprendizaje que tiene el ser humano en sus años más tiernos gracias a la plasticidad que posee su cerebro, que los predispone a aprender de forma mucho más rápida y mediante métodos variados de enseñanza. Entre estos últimos se encuentra la representación –que puede ser observada en juegos de roles entre infantes entre los 3 y 8 años–. La representación surge como una forma mimética en la cual el niño busca dar lugar a conductas observadas en su entorno, el cual, resulta importante aclarar, cuenta con influencias directas –aquellas en las que el agente influenciador cuenta con la intensión de trasmitir un mensaje determinado al niño– e indirectas –conductas que el influenciador ejerce sin la intensión explícita de dar una enseñanza particular, pero que al ser observadas son imitadas por el niño–. Los agentes influenciadores en la sociedad actual son variados; abarcando desde las figuras claves en el desarrollo del infante (sus padres) hasta los medios de comunicación y los productos multimedia dirigidos particularmente a dicho público. Este último aspecto, cuya influencia es en ocasiones subestimada, resulta, en realidad, vital para el desarrollo de los menores. Actualmente se estima que el tiempo que pasan los niños de hasta ocho años frente a una pantalla se aproxima a dos horas y diecinueve minutos diarios. Dicho tiempo es principalmente usado para ver contenido televisivo y videos. Así pues, conociendo las cifras de consumo audiovisual y el hecho de que los menores no solamente aprenden de la televisión, sino que “toman conciencia de su estatus (…) [y] obtienen las distintas claves que les servirán para interpretar ciertas situaciones del mundo social” (Cebrián, 88) para después utilizar dichas claves en situaciones de su propia realidad, resulta imperativo cuestionar el tipo de contenido al cual se les expone en dicha cantidad de tiempo.
Veamos un caso concreto. En el 2012 salió a la luz una película que persiguió como objetivo crear en los menores consciencia acerca del modo de consumo provocado por el capitalismo y las desoladoras consecuencias que este trae: The Lorax. Basado en un libro infantil de homónimo nombre escrito por Dr. Seuss, The Lorax retoma como principal problemática la deforestación –y aparente extinción– de un bosque de árboles de trufas que llevó a la creación de Thneed-Ville, ciudad en la cual todo está hecho a base de plástico. La película, cuya clasificación es PG –lo que significa que debe ser visto con guía de los padres–, plantea de forma directa las consecuencias de la producción y la explotación indiscriminada de recursos no renovables. La película, que fue fuertemente criticada principalmente por adoptar un sinfín de elementos de la cultura popular que tendrían el objetivo de forzar el consumo de su público –entre dichas características se resalta la participación de Taylor Swift, el uso de actos de persecución y los elementos que apelan a la hiper-estimulación visual de la audiencia– y por la aparente inacción que presenta el Lorax frente a la devastación del bosque. No obstante, dichas críticas parecen ignorar el principal objetivo al cual apela esta producción: plantar una semilla de consciencia ambiental en los más pequeños mediante personajes y narrativas que les sean atractivas.
Resulta reductivo calificar negativamente un largometraje infantil por las razones anteriormente expuestas. No es un secreto que la cantidad de estimulación que sufren a diario los menores no solamente es cada vez mayor, sino que ha significado un deterioro radical en su capacidad de concentración. Dicho problema plantea como reto a las producciones infantiles brindar estímulos suficientes para captar su atención sin saturar a su público. Es en este punto en el cual las referencias a la cultura popular juegan un rol clave; a partir de estas puede involucrarse al niño en la temática planteada sin necesidad de brindarle una cantidad desproporcionada de estímulos sensoriales explícitos –tales como la utilización de saturación cromática, sonora o incluso argumentativa, presentada por ejemplo en escenas de acción o tensión–. Involucrar a los niños en una temática ambiental colocando a uno de sus coetáneos como protagonista y héroe de la fábula genera la necesidad de agencia que no podría ser cultivada mediante la intervención y resolución directa del conflicto por parte del Lorax. De esta forma, si bien puede resultar idealista atribuir la solución del conflicto a un niño, la función educativa que ejerce ese mismo hecho resulta crucial frente a las características miméticas ya expuestas con las cuales cuentan los niños. The Lorax, en dicho sentido, cuenta con el gran acierto de no responsabilizar a una criatura ficcional del hecho que habría dado lugar a la reconstitución de la naturaleza en Theneed-Ville. Los productos audiovisuales destinados al público infantil tienen –a pesar de que su intensión en muchos casos no sea esta– un valor pedagógico intrínseco que les es atribuido por su audiencia de forma indirecta. Por dicho motivo su producción y contenido deben ser pensados con responsabilidad, y su consumo debe ser regulado. Dada la labor pedagógica que ejercen estos productos, la estimación que se les asigna no puede ser hecha bajo los mismos criterios que se usarían para ejercer una crítica a un material destinado para adultos.
Así pues, se puede concluir que, si bien la producción y el consumo de material audiovisual por parte de los niños resulta inevitable, se debe lograr que estos se conviertan en aliados para apoyar la educación de los menores promoviendo la creación de un pensamiento crítico en ellos. La utilización de estos medios para incentivar la agencia de los niños ante la crisis climática puede convertirse en un factor de extrema relevancia que garantice tener una próxima generación de adultos con mayor consciencia ambiental y una visión crítica sobre su modo de consumo y el impacto que tendrán sus acciones.
Referencias
·Bhattacharjee, P. 2017. How Does Your Child's Screen Time Measure Up?. [online] CNN. Disponible en: <https://edition.cnn.com/2017/11/15/health/screen-time-averages-parenting/index.html> [Acceso 11 Diciembre 2020].
·Bradshaw, P. 2012. The Lorax – Review. [online] the Guardian. Disponible en: <https://www.theguardian.com/film/2012/jul/26/dr-seuss-the-lorax-review> [Acceso 11 Diciembre 2020].
·Carrington, D. 2020. Climate ‘Apocalypse’ Fears Stopping People Having Children – Study. [online] the Guardian. Disponible en: <https://www.theguardian.com/environment/2020/nov/27/climate-apocalypse-fears-stopping-people-having-children-study> [Acceso10 Diciembre 2020].
· Cebrián, M., n.d. ¿Qué Y Cómo Aprenden Los Niños Y Las Niñas Desde La Televisión?. [online] Grupocomunicar.com. Disponible en: <https://www.grupocomunicar.com/contenidos/pdf/la-otra-mirada-de-la-tele/12-cebrian.pdf> [Acceso 11 Diciembre 2020].
· Revkin, A. 2018. Climate Change First Became News 30 Years Ago. Why Haven’T We Fixed It?. [online] Disponible en: <https://www.nationalgeographic.com/magazine/2018/07/embark-essay-climate-change-pollution-revkin/> [Acceso 11 diciembre 2020].
·Scott, A. 2012. How The Grinch Stole The Lorax. [online] Nytimes.com. Disponible en: <https://www.nytimes.com/2012/03/02/movies/dr-seuss-the-lorax-with-ed-helms-and-danny-devito.html> [Acceso 11 Diciembre 2020].
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